Obra: Acuarela
Al cruzar desde Puerto Montt a la isla de Angelmó en una barcaza de pescadores, maravillado por la belleza que me rodeaba, no dejaba de exclamar "qué bello", "qué hermoso", "qué increíble". Los pescadores que me acompañaban, al escucharme, miraban desconcertados para todos lados como exigiendo una explicación. Claro, ellos estaban acostumbrados al colorido y no comprendían que para mí era como estar navegando en una acuarela.
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